Cafiso: el soldador porteño de Mataderos que hace arte sin saberlo

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En su nuevo libro, la periodista y escritora María Paula Zacharías, donde el protagonista es Cafiso: el soldador porteño de Mataderos que hace obras de arte sin saberlo

En el trabajo literario recorre las diferentes aristas de un hombre de 80 años que, en su taller de Mataderos, desarrolló réplicas de obras de ingeniería como la Torre Eiffel. Un personaje que obliga a redefinir las respuestas posibles ante la pregunta ¿Qué es el arte? A lo largo de las páginas de su libro, la periodista se adentra en las diversas aristas de la vida del veterano Cafiso, que van desde el automovilismo, el billar y la milonga hasta su inigualable desempeño como soldador.

Cuando María Paula Zacharías se cruzó con la historia de Carlos Cafiso, se dio cuenta de que detrás de las capas de sencillez y modestia (bien podría ser un personaje de “Historias mínimas” de Carlos Sorín) había un mundo complejo y digno de ser mostrado. Es que en su casa taller del barrio porteño de Mataderos, este hombre de más de 80 años, apasionado por la milonga y el billar, antiguo maestro de escuela y soldador en diferentes fábricas, había sido capaz de desarrollar, gracias a su pericia como soldador una serie de réplicas a escala de obras de ingeniería tales como la Torre Eiffel o el Puente Nicolás Avellaneda de la Boca. Todo eso sin que nadie se lo enseñe, tan solo guiado por su pulsión por crear. O, cómo propone Zacharías, de hacer arte aún sin saberlo. Es por eso que la escritora y periodista plasmó la vida de este personaje en “Maestro Cafiso”, su último libro, publicado por India Ediciones.

“Este libro abraza a todos los artistas que no tienen una carrera profesional, que no tienen una galería, ni hacen exposiciones. Este libro quiere homenajear a los que son artistas puertas adentro, que no necesitan mostrar ni vender para saber que son artistas. Artistas secretos, anónimos, discretos. Como le quieran decir. Gente a la que le cuesta definirse como artista pero que, para mí, lo son”, apuntó la autora en una charla telefónica. Esto representa un giro para el trabajo periodístico y literario de Zacharías, más centrado en artistas que lograron articular carreras más formales. “Cuando encuentro un artista al que no le interesa la especulación en lo más mínimo, es como encontrar en estado puro aquello que me gusta del arte. Un artista que crea porque es un mandato, algo que no se puede detener. Muy distinto al que piensa su obra a partir de lo que el mercado necesita. Encontrar un hombre de Mataderos que crea sin que le importe poner un nombre a lo que hace, es la pasión en estado puro, que a veces se pierde en el ruido social del arte”, añadió.

María Paula Zacharías llegó a Carlos Cafiso gracias a la artista Daniela Trajtenberg. “Hace un par de años, ella estaba investigando para hacer esculturas y necesitó soldar. Empezó a preguntar quien era el mejor maestro de soldadura y todo el mundo le señalaba a Cafiso. Cuando lo conoció, fue como una revelación. Es que Cafiso es un personaje muy especial, propio de Buenos Aires. Ella tiene su taller en San Telmo y Cafiso llegó de traje impecable, con zapatos de baile porque se iba una milonga. Y soldó sin máscara, directamente, como un mago. No usa máscara porque tiene tal dominio del soplete que no hace chispas”, rememoró la propia autora.

Cafiso deslumbró a Daniela, quien llevó esta historia a los referentes de India Ediciones. “Cuando ella les dijo que había que escribir la historia de este hombre, pensaron en mí para hacerlo. Nos juntamos y lo diagramamos. Fue un libro hecho por cuatro mujeres a quienes nos encantó la historia y la quisimos contar”, relató María Paula. Tomada la decisión, hubo varios encuentros con el soldador. “Primero fui con Daniela, quien me presentó y charlamos bastante. Después volví a su casa y nos encontramos en bares. Todo esto fue antes de la pandemia, durante 2019. Después conocí a su novia, Cuqui. Fueron reuniones donde me contó su vida, vimos fotos y me mostró su obra”, contó.

Un mundo fascinante: Cafiso habita en la vivienda donde se crió, en el barrio de Mataderos. “Es una casa muy sencilla. Entrás y es todo taller. Hay herramientas por todos lados. Es la casa de un hombre solo, de un hombre con un oficio muy claro en todo su arte. En la cocina hay tubos y sopletes, ahí nomás está el taller y sus obras están por todas partes. Es un mundo pequeño pero fascinante. Me impactó eso, pero también su sencillez y sabiduría. Todo el tiempo está dando ideas de lo que es importante en la vida, es un hombre que vivió mucho y transmite un conocimiento que por ahí no es erudito, pero sí profundo y esencial. Es muy lindo charlar con él. Su historia también incluye el automovilismo, porque fue chapista en Turismo Carretera. Habla de viejas fábricas. Hay historias de los obreros de antes, cosas de antaño, tango, billar. En todas esas esferas, hay infinitas historias dignas de contar”, sintetizó Paula.

Sobre nota de Juan Ignacio Novak, para El Litoral

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