Secuelas del golpe de realidad que sufrió Boca

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La eliminación en Vila Belmiro 3-0 ante Santos por semifinales de la copa Libertadores acabó con más que el sueño de levantar por 7ma vez el trofeo de mayor prestigio de América. La demostración paupérrima del equipo dejó al descubierto las fallas que vienen perjudicando la imagen del club más grande de Argentina.

La responsabilidad es de todos.

Empezando por los hinchas que se acostumbraron a que ganar títulos era moneda corriente, obsesionados con ganar una copa sin pensar en proyectos ni a futuro, y que desde hace tiempo se conforman con menos, aplaudiendo jugadores que no dan la talla y utilizan al club como vidriera económica.

Profesionales de la pelota en dónde se notan carencias en la capacidad de entender el significado de la camiseta que visten, desde respuestas inverosímiles a la prensa, pasando por la ausencia de humildad, disciplina, compromiso. Notando en algunos casos cierta displicencia y reacciones que muestran la falta de compañerismo y valores que caracterizan al club. Pero en cualquier caso no es su culpa, sino de quienes los eligen para formar parte de una institución que debe ser modelo.

Con muchas esperanzas puestas en Juan Román Riquelme y su Consejo de Fútbol, donde más que priorizar al club se enfrentó a los jugadores de diferentes maneras; conflictos para renovar los contratos, algunos dejándolos ir, no tomando en cuenta propios refuerzos y por lógica teniendo que jugar con fastidio.

Un entrenador que con todas estas cuestiones intentó hacer lo mejor posible con lo que tuvo, pero que a veces también se equivoca, planificar depender de un ídolo de casi 37 años a que obre el milagro, preocupado por no recibir goles cuando sabía que con 1 se clasificaba y tan siquiera realizar las modificaciones como la gente hubiera pedido.

Y no es solo la eliminación ante un Santos que no contaba con un Pelé ni un Neymar, es estar fuera de esa identidad de la cuál los Xeneizes se sienten tan orgullos y perder un prestigio que tanto cuesta volver a ganar. Lo peor es que son escenas ya vistas en otro momento, repetidas hace un tiempo, y que si no se toman decisiones, puede ser uno cada vez más largo.

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