Las respuestas de la agroecología al reino del pensamiento sesgado
Desde el espacio Iriarte Verde del barrio de Barracas decidieron contestarle a una nota publicada por el medio “El Destape” que publicó en su web la opinión de dos economistas que se explayaron con premisas erróneas y falsedades conceptuales sobre la agroecología. Además invitaron a los lectores a comparar precios de 10 variedades de hortalizas agroecológicas y las del supermercado. Acá ofrecemos la comparación solicitada y además compartimos la réplica que el editor del portal, Adrián Murano, se negó a publicar con una excusa caprichosa: “nos parece inadecuado que se califique de falso el contenido de una columna publicada por dos columnistas invitados. De modo que no publicaremos el texto”. Acá, las “verdades” qué sí publica Murano: https://www.eldestapeweb.com/…/la-agroecologia-y-el…
Iriarte Verde, está ubicada en Rio Limay 1233 del barrio de Barracas y es una cooperativa de trabajo que se inicia con el objetivo de generar un espacio autogestionado por sus trabajadores. La participación en la organización está dada por la palabra y la acción cotidiana de sus integrantes que provienen de distintas disciplinas y experiencias de vida y trabajo. Nos une la vocación del “hacer”, concretar en hechos lo que pensamos y decimos. Tenemos puesta la mirada en resolver las problemáticas de nuestra organización desde el debate y la materialización de las soluciones.
Contribuimos a la construcción de la soberanía alimentaria siendo parte del desarrollo de la producción hortícola agroecológica del “sector H” del Parque Pereyra Iraola; articulando relaciones solidarias con familias productoras, campesinas y comunidades originarias de todo el país, forjando una relación constante con los consumidores, generando canales de comercialización y distribución estableciendo precios justos para los distintos actores involucrados en el sistema alimentario, transformando alimentos primarios (libre de agrotóxicos) en productos artesanales sin conservantes ni aditivos, creando diversas actividades sociales y culturales para la comunidad.
La respuesta textual de Iriarte Verde
En los últimos días nuestra cooperativa de trabajo centró un debate a partir de una publicación firmada por dos economistas de nutrida formación, en la que hacen una serie de aseveraciones y conjeturas sobre el campo de la agroecología, el medioambiente y el mercado orgánico. Con firmeza, aunque sin fundamentos, brindaron su ¿opinión? sobre una temática ajena a su metier. Nos proponemos, entonces, rebatir con fundamentos -y no con opiniones o creencias- las falsedades publicadas.
Los autores de la columna hablan de un “ambientalismo sensacionalista” -además de prejuicioso, es discriminatorio- que “promueve la prohibición preventiva como solución general”. La exigencia de la prohibición del uso de venenos para la producción de alimentos tiene que ver con que “el veneno, es veneno”, como nos enseñó el Dr. Andrés Carrasco, eminencia científica argentina, cuyas investigaciones -y otras en el mundo- permitieron que la OMS, a través de su instituto de investigaciones sobre el cáncer, ubicar al glifosato como posiblemente cancerígeno en 2015.
En ese sentido, los economistas afirman que “Un Estado incapaz de controlar tampoco puede prohibir”. Falso: el Estado es capaz de controlar porque tiene los organismos públicos para hacerlo. En cuanto a los alimentos, existe el INTA, el SENASA, el INAL y la ANMAT. El Estado no es impotente, tiene las legislaciones necesarias para defendernos ante un hecho de contaminación ambiental como la Ley General del Ambiente, la Ley de Bosques, el art. 41 de la Constitución Nacional, la Ley de Residuos Peligrosos, la Ley de Educación Nacional.
Los autores consideran que “prohibir la minería, los agroquímicos, la producción local de salmones, las granjas porcinas, la exploración de petróleo en Plataformas Submarinas” tendría “impactos económicos muy negativos” y “afecta a la actividades supuestamente más benévolas con la naturaleza”. Atravesamos la era del antropoceno en la que la humanidad y el sistema capitalista avanzó peligrosamente sobre el ambiente: debemos repensar nuestra forma de relacionarnos con la naturaleza y revertir este proceso, ya. El mundo y nuestro país están sufriendo las consecuencias: incendios forestales como los de Australia y hace unos pocos días en Corrientes y Misiones, entre otros puntos del país. Hablamos de la “sequía y la falta de lluvias” como algo que pasa climáticamente, en vez de abordar sus causas y las responsabilidades. La discusión hay que darla sobre otro eje: cómo desarrollar las actividades antrópicas. Pensar el desarrollo de las sociedades teniendo en cuenta su cultura, sus costumbres, y que el resultado de esas actividades surja del consenso y de una investigación participativa local.
En la publicación los autores se preguntan si se puede “confiar en que los productores que se cuelgan la camiseta de agroecológicos (…), se valen de las prácticas más amigables con la salud y el ambiente”. Nos preguntamos ¿por qué quien utiliza venenos no tiene que demostrar que su producción no constituye un peligro para la salud social y ambiental, pero sí se le exige al productor agroecológico que demuestre la sanidad de sus alimentos? Todos los productos agroecológicos son susceptibles de ser analizados por los organismos competentes. Están expuestos a las mismas regulaciones que cualquier producto.
Además, los economistas abren la interrogante de “¿Cómo diferenciar los productos de unos y otros en ausencia de regulaciones? ¿Y si se trata apenas de distintas estrategias de marketing?” El párrafo denota desconocimiento y refleja que sus apreciaciones no van más allá de representar un claro estadio primario de conciencia mágica. ¿Estrategia de marketing? La agroecología es una ciencia y debe ser tratada como tal y como decimos nosotros hace años cada proceso agroecológico tiene sus particularidades por lo cual no se puede copiar, importar, exportar. La agroecología se basa en el respeto de principios dentro de las esferas de lo productivo, lo social, lo ambiental y lo económico, lo que denota que la visión de la agroecología es holística y no productivista. Estos principios de las diferentes esferas deben estar estratégicamente balanceados para originar un alimento que cumpla con todas las cualidades alimentarias. Como ejemplo podemos mencionar principios como el respeto por la biodiversidad, la asociación y rotación de cultivos, el rescate y uso de variedades de semillas, no uso de agrotóxicos, no uso de fertilizantes químicos, autonomía del productor en la formación del precio del alimento que produce, reconocimiento del trabajo familiar y cooperativo, valorización del saber popular, aplicación de tecnologías apropiadas, garantía de sustentabilidad económica de la unidad o grupo productivo, mantenimiento de la vida del suelo.
Los autores consideran una “campaña del miedo que desacredita la producción convencional en base al argumento de que los alimentos supuestamente tienen componentes tóxicos, dañan los suelos, talan bosques, contaminan ríos”. La información que se acerca al público se basa en la realidad comprobada por la respuesta de la naturaleza y organismos competentes. Aclaramos que para el caso del uso del glifosato existen más de 1000 publicaciones científicas en todo el mundo que demuestran el daño ambiental que causa y, sin embargo, se sigue utilizando. Los aludes de lodo en Salta, los incendios forestales en Corrientes y Misiones, las inundaciones en Entre Ríos, la contaminación con cianuro del Río Jachal, la expulsión de poblaciones ancestrales para el desmonte y siembra de soja en Santiago del Estero y Chaco, entre otros ejemplos, son respuesta de la naturaleza a la intervención antrópica arbitraria. Los organismos oficiales de control nos otorgan informes que los autores niegan. En 2013, el Senasa, facilitó a pedido de la ONG Naturaleza de Derechos el resultado de los análisis cromatográficos de vegetales destinados ya para la venta detectando la presencia de productos químicos. Pueden verificarlo en el trabajo cuyo título es “Vademecum toxicológico de la Argentina”. También está disponible el trabajo de la Cátedra de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Nutrición – UBA- donde los participantes de la cátedra trajeron sus muestras adquiridas en los locales de su barrio. Las muestras fueron analizadas por el EMISA. El resultado fue que el 42 por ciento de las muestras contenían al menos un veneno. Si no los encontraran en la web, nos pueden solicitar lo informes vía pedidos@iriarteverde.com.ar
Los economistas piden certificaciones para el rótulo agroecológico y creen que los alimentos “ni siquiera están sujetos a las certificaciones y controles bromatológicos que regulan la producción convencional” y dudan si no se trata de los mismos que ofrece el agronegocio, con un “cartel marketinero” Pues bien, el mecanismo para evitar esta conflictividad es el sistema de garantía participativo (https://iriarteverde.com.ar/sistema-de-garantia…/), la evaluación de impacto ambiental por parte de los gobiernos locales, el control del SENASA o el seguimiento de los ministerios de producción locales.
Continúan: “Quienes honestamente cultivan alimentos sin valerse de agroquímicos en base a prácticas diferentes, como los productores orgánicos certificados, no disponen de volúmenes suficientes para atender mercados masivos. Tampoco pueden atender la demanda equiparando los precios de la producción convencional”. Acá, el desconocimiento es mayor teniendo en cuenta que ambos autores deben estar acostumbrados a los números: según el Área de Producciones Ecológicas de la Dirección de Estrategia y Análisis de Riesgo de la Dirección Nacional de Inocuidad y Calidad Agroalimentaria del Senasa “del total de 132 mil toneladas de productos orgánicos certificados, el 97% (128,6 mil ton) tuvieron por destino la exportación. Los principales mercados a los que se envió la producción orgánica argentina fueron la Unión Europea y Estados Unidos; al tiempo que el mercado local sigue mostrando signos de crecimiento”. Uno de los objetivos de la producción de alimentos orgánicos es la exportación. La Agroecología produce para el mercado interno convirtiéndose en la única posibilidad de abastecer con alimentos sanos, seguros y soberanos a la población. Actualmente se producen cereales, oleaginosas, frutas, hortalizas, carne, lácteos y miel, entre otros, bajo el sistema agroecológico. Además, en 2020 se oficializó la creación de la Dirección Nacional de Agroecología que tiene como objetivo primordial “intervenir en el diseño e instrumentación de políticas, programas y proyectos que promuevan la producción primaria intensiva y extensiva de base agroecológica en todas sus escalas”, articulando con productores, organizaciones agrarias y gobiernos municipales y provinciales. El precio de los alimentos agroecológicos tiene que considerar un precio justo para el productor y para el consumidor. Está en poder del consumidor la decisión de qué y dónde comprar y cuánto pagar. La concepción de que es barato y que es caro es una construcción del mercado y es relativa.
Por último, los autores le piden a los lectores “tomarse el trabajo de escoger en cualquier verdulería los mismos productos que contiene un bolsón agroecológico y compare precios (…) y podríamos indagar también si estas actividades pagan impuestos y si la nómina de sus trabajadores se encuentra debidamente registrada”. Cómo también somos lectores de El Destape, nos tomamos el trabajo solicitado y comparamos precios entre un bolsón de 10 variedades de hortalizas de un supermercado bonaerense y el que ofrecemos en nuestra Cooperativa de Trabajo Iriarte Verde Ltda (CABA):
(*) Respecto a la comparación de precios:
Dejamos en claro que desconocemos si el supermercado que utilizamos para la comparación paga impuestos, tiene sus trabajadores registrados, si abona el precio justo a los productores, y si está seguro de los alimentos que ofrece. En el caso de la Cooperativa de Trabajo Iriarte Verde Ltda, CUIT 30-71198129-9, matrícula nacional INAES 39.682, espera su visita en su Almacén Agroecológico en el barrio de Barracas y para sumarse a la lucha por la soberanía alimentaria.
PD: Para opinar, hay que investigar y conocer.
PD2: Para no publicar falsedades, hay que conocer las verdades.