Emotivo homenaje al Padre Mugica en la plaza Salaberry

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En tarde noche de ayer en la esquina de Pilar y Juan Bautista Alberdi en donde se emplazaba el hospital Salaberry, sin vivió un emotivo homenaje al padre Carlos Mugica, organizado por la comisión de homenaje permanente al cura que fue conocido popularmente como “el cura de los pobres”, “el cura villero”.

Hace 48 años fallecía en el hospital del barrio de Mataderos Mugica quien había sufrido un atentado minutos antes en la puerta de la iglesia de San Francisco Solano y se convertiría en u día de mucha tristeza para sus seguidores y un acto más de violencia de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) que perseguía acechaba y mataba a luchadores populares.

Ayer fue recordado en Mataderos con un acto cargado de emoción que volvía a realizar luego de la suspensión por la pandemia durante dos años, organizaciones políticas, religiosas, sociales, vecinos y vecinas del barrio se acercaron hasta la esquina de la plaza para participar del acto.

Después de un acto en el que se pasaron fragmento de oraciones entrevistas y discursos de Mugica, además de testimonios de amigos y referentes barriales, el homenaje continuo con la tradicional marcha de antorchas por avenida Alberdi hacia la parroquia de san Francisco Solano, ubicada en Zelada y White en el barrio de Vila Luro.

El 11 de mayo de 1974 murió asesinado Carlos Francisco Sergio Mugica Echagüe, conocido como el Padre Carlos Mugica, un sacerdote católico que impulsó la creación del movimiento curas villeros.

Nació en Villa Luro, Buenos Aires, el 7 de octubre de 1930. A los 21 años abandonó sus estudios de abogacía en la Universidad de Buenos Aires e ingresó en el Seminario Metropolitano de Buenos Aires. El 20 de diciembre de 1959 fue ordenado sacerdote en la Catedral porteña. Pero su decisión fue estar siempre cerca de los más pobres por eso trabajo en las villas. La mayor parte de su labor comunitaria la realizó en la Villa 31 de Retiro, donde creó la Parroquia Cristo Obrero.

En el homenaje del día de ayer el actor Raúl Rizzo leyó la oración escrita por el padre Mugica en 1972, que hoy rezan los curas villeros:

“Señor, perdóname por haberme acostumbrado a ver que los chicos parezcan tener ocho años y tengan trece. Señor, perdóname por haberme acostumbrado a chapotear en el barro. Yo me puedo ir, ellos no. Señor, perdóname por haber aprendido a soportar el olor de aguas servidas, de las que puedo no sufrir, ellos no. Señor, perdóname por encender la luz y olvidarme que ellos no pueden hacerlo. Señor, yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no, porque nadie puede hacer huelga con su propia hambre. Señor, perdóname por decirles ‘no solo de pan vive el hombre’ y no luchar con todo para que rescaten su pan. Señor, quiero quererlos por ellos y no por mí. Señor, quiero morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos. Señor, quiero estar con ellos a la hora de la luz”​.

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