Primer paso para la imposición del nombre “Carolina Muzilli” a la Escuela Técnica Nº 20 de Mataderos

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Primer paso para la imposición del nombre “Carolina Muzilli” a la Escuela Técnica Nº 20 Distrito Escolar Nº 20 ubicada en Muguiondo y Avda Directorio en el barrio de Mataderos. De acuerdo a lo establecido por la Ley para lograr la imposición de la denominación de un establecimiento educativo, se establece un sistema de doble lectura, que ya dio su primer paso para la aprobación de la Ley inicial en la sesión del jueves 19 de septiembre.

El mecanismo señala que ahora se debe realizar una Audiencia Pública, para posteriormente pasar al recinto para el tratamiento definitivo, como se realizó en la escuela infantil del polo educativo que ya cuenta con el nombre de Elsa Bornemann elegido democráticamente por la comunidad educativa.

En este caso la comunidad de La Escuela Técnica 20 DE 20 es una Escuela Técnica de Nivel Secundario con orientación en Técnico/a en Producción Multimedial, Técnico/a en Tecnologías de la Información y la Comunicación y otorga títulos con validez nacional, ubicada en Avda. Directorio y Murguiondo, eligió como denominación Carolina Muzilli

El nombre fue elegido en el marco del proyecto pedagógico “Un nombre para nuestra escuela”, asegurando un proceso participativo y democrático de elección, para la consolidación de la identidad del establecimiento educativo del barrio de Mataderos

¿Quien fue Carolina Muzilli?

Nacida en una familia de inmigrantes italianos en 1889, Carolina Muzilli fue una de las primeras activistas en ocuparse de las condiciones laborales de las mujeres y los niños, y de bregar por su mejora. Esta nota reseña algunos de sus trabajos y permite entender por qué sus aportes fueron tan valorados, incluso por quienes no compartían sus ideas políticas.

Carolina Muzilli nació en Buenos Aires el 17 de noviembre de 1889, en la casa de dos habitaciones de una familia de inmigrantes italianos. Lo contaba así: Mi casa era muy humilde, tanto que el advenimiento de una hija mujer no podía inspirar mayor entusiasmo. Por esta razón, que tiene su raíz en las necesidades económicas, ya que aun trabajando nuestro aporte sigue siendo muy inferior al de los varones, papá debió dejar la solución de los problemas traídos por el alumbramiento a mamá y las tías.

Luego de sus estudios primarios, Muzilli cursó la secundaria en un colegio considerado de elite, la Escuela Normal del Profesorado de Lenguas Vivas. Si bien sus ideas y actitudes contrarias al sentido común de la época le generaron roces con sus docentes y compañeras, también encontró en las dos escuelas algunas personas inspiradoras: El clima de hostilidad hacia mí se acentuaba por momentos haciendo imprescindible el encontrar el respaldo de alguien con autoridad para poner las cosas en su lugar. Ese ser, tan espléndido como comprensivo, fue la profesora Mary Jav, a quien acudí sabiendo que pertenecía a la Liga contra la trata de blancas.

Apenas salida del colegio secundario, y ya con cierta experiencia en expresar en público ideas feministas y de compromiso social, solicitó su afiliación al Partido Socialista. A partir de ese momento, su labor como investigadora de las condiciones de trabajo de las mujeres y de los niños, y su comunicación en innumerables asambleas y reuniones y por medios escritos se hizo permanente: dirigió el periódico Tribuna Femenina, colaboró asiduamente con La Vanguardia, hizo contribuciones en congresos y escribió los textos de más largo aliento El divorcio, La madre obrera, El menor obrero y Por la salud de la raza. La información que Muzilli proporcionaba en sus intervenciones públicas y en artículos, folletos y libros llegaba con una fuerza notable debido a que estaba basada en cuidadosas investigaciones -recorría personalmente los lugares de trabajo- y contaba con datos concretos -“Los números son la fuente de todos los conocimientos; yo parto de ellos en apoyo de los que pretendo demostrar”, señaló en ocasión de una entrevista-. En un cuadro de su autoría reproducido en el libro de José Armagno Cosentino, por ejemplo, se puede leer el análisis de la labor de las costureras.

El cuadro distingue entre distintos tipos de prendas y labores -blusas, delantales de niños, guardapolvos de hombres, dobladillos de sábanas-, su producción diaria, los gastos de desgaste de maquinarias, agujas e hilos, los salarios y el jornal medio para una jornada de labor.

En 1912 el Museo Social Argentino le encargó una investigación sobre las mujeres obreras, con la idea de enviar la monografía que surgiera de ese estudio a la sección Economía Social de la Exposición de Gantes de 1913. El trabajo de Muzilli, que recibió un premio en esa exposición, fue publicado de manera abreviada en el Boletín del Museo Social Argentino.

Allí Muzilli señala: Obtuve en las fábricas y talleres los datos pertinentes a las mujeres que trabajaban en ellos. Confronté salarios, horas de labor dados por la gerencia con los datos obtenidos interrogando a las obreras. Y para hacer más minuciosa la labor, he visto los salarios en las libretas de pago y de ellas los he extractado. Para el trabajo a domicilio acudí, a fin de tener noticias, a los registros y roperías y los he confrontado con las informaciones recogidas en mis giras por los talleres ubicados muchos de ellos en los conventillos de la ciudad o en sus cercanías.

En 1912, junto con Julieta Lanteri y Enrique Barca, Muzilli asesoró a las operarias del lavadero mecánico “La Higiénica”. Así describe las condiciones de trabajo de estas mujeres: Obligadas a trabajar, las de la sección lavado, en pisos húmedos, en invierno tiritando de frío y en verano haciéndoseles insoportable la atmósfera debido al vapor de agua que se desprende de los cilindros, son constantemente azuzadas por los inspectores, recibiendo frecuentemente empellones, y soportan una jornada de labor de ¡9 a 11 horas! No gozan de las dos horas reglamentarias que determina la ley para el almuerzo. Pero hay aún más: las de la sección planchado, debido a la alta temperatura, en verano se desmayan con frecuencia y lejos de auxiliárselas, el inspector, reloj en mano, comprueba la duración del síncope a fin de que la obrera integre la jornada de labor.

Con la salud afectada por la tuberculosis, se radicó en Bialet Massé, Córdoba, donde murió el 23 de marzo de 1917 a los veintiocho años de edad.

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