En Liniers Vélez obtuvo una dura trabajosa y justa victoria venciendo 1-0 a Racing en el estadio José Amalfitani gracias a un gol de Braian Romero a los 86 minutos y afianzó su liderazgo en la Liga Profesional. El Fortín le sacó cinco puntos de ventaja a sus escoltas, Huracán y Talleres de Córdoba, dejó muy lejos a la Academia, a 11 puntos y de ahora en más tendrá como objetivo la Copa Sudamericana.
En la calurosa tarde del sábado por la 17° fecha del torneo de la Liga Profesional, los conducidos por Gustavo Quinteros fueron superiores en juego y actitud además de tener el dominio de la pelota, golpeando justo cerca del final gracias a un cabezazo de Romero tras un preciso centro desde la izquierda de parte de Thiago Fernández.
Fantando 10 fechas para finalizar el torneo, el Fortín dejó en claro que no piensa aflojar y que ya se recuperó de la pobre actuación en Rosario.
El encuentro fue muy equilibrado, con intensas disputas y poco espacio para maniobrar. El equipo de Quinteros atacó con determinación, mientras que Racing intentó controlar el juego gracias a la calidad de su mediocampo. Aunque el trío formado por Sosa, Almendra y Nardoni dominó la zona central en varias ocasiones, Vélez generó más oportunidades de peligro, aunque estas fueron neutralizadas por las rápidas intervenciones de Gabriel Arias o por la falta de precisión del equipo local al intentar definir, un problema que se repitió durante gran parte del partido.
En la segunda mitad, Vélez salió decidido a conseguir la victoria. Claudio Aquino estuvo cerca de marcar en dos tiros libres; uno pegó en el poste y el otro pasó por todo el arco sin que nadie pudiera empujarlo a la red.
Después de más de 20 minutos en los que les costó entrar al área con claridad, Elías Gómez estuvo a punto de marcar, pero Sosa logró despejar el balón en la línea. En los últimos 15 minutos, Vélez presionó intensamente a Racing y finalmente obtuvo su recompensa: Aquino realizó una buena jugada y se combinó con Thiago Fernández, quien envió un centro preciso para que Braian Romero, bien posicionado entre los defensores rivales, cabeceara al suelo y desatara la explosión de júbilo en el Amalfitani. El marcador finalizó uno a cero y Liniers fue una fiesta.
