Flores: la represión a los manteros es una cortina de humo para ocultar los negocios turbios del poder*

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En el barrio de Flores Norte, los vecinos se han unido para hacer frente a una realidad abrumadora: el avance descomunal de los talleres y depósitos textiles que incumplen con las normativas de seguridad y salubridad. Este fenómeno, en los últimos tiempos, ha intentado ser desviado con la represión a los manteros de Flores. Sin embargo, esto es solo la punta del iceberg de un problema más profundo y complejo que involucra talleres clandestinos y un sistema de complicidad empresarial y estatal que arrastra a todo el barrio.

El 26 de abril de 2015, un incendio devastador en un taller textil clandestino, ubicado en la calle Paez y Terrada, dejó una herida imborrable en la comunidad, cobrando la vida de dos niños de 5 y 10 años. La salida estaba tapiada, lo que complicó el trabajo de los bomberos y dejó a otros cuatro heridos, incluido uno de ellos. A pesar de que, desde septiembre de 2014, La Alameda había denunciado la existencia de este taller ilegal ante la Justicia y la Procuraduría de Trata, el estado de los talleres no había cambiado; justo una semana antes del siniestro, la Subsecretaría de Trabajo confirmó la falta de inspecciones de seguridad e higiene.

A pesar de las denuncias, los talleres clandestinos y depósitos textiles siguieron proliferando. Muchos de los trabajadores en estos lugares son víctimas de redes de trata internacionales y son sometidos a condiciones inhumanas, mientras se acumulan residuos y desechos que representan potenciales puntos de incendio. Sin límites ni control, sin evaluación de impacto ambiental, sin medidas de prevención ni respeto por la vida de los vecinos de Flores Norte, esta sigue siendo la política sostenida desde el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA) para el barrio desde hace más de una década. Este entorno no solo agrava el riesgo para los trabajadores, sino que pone en peligro a toda la comunidad.

La complicidad del gobierno porteño con los empresarios textiles es total. El código de planeamiento urbano es un menú a la carta para ellos, ya que en un barrio que supo ser residencial avanza la demolición de casas para la construcción de depósitos y talleres sin medir ningún tipo de impacto sanitario, ambiental ni de seguridad. Talleres y depósitos en los cuales la informalidad laboral es la regla, llegando al límite de situaciones de semiesclavitud que han salido a la luz con las tragedias del taller de Luis Viale y el incendio de Páez y Terrada, donde se supo que los trabajadores laboraban 16 horas seguidas y luego permanecían en los talleres.

En junio de 2024, la represión se intensificó en todo el barrio de Flores. La policía agredió a los manteros y les robó sus productos. En un operativo en Bajo Flores, las fuerzas de seguridad, en conjunto con Gendarmería, atacaron a los vecinos sin mostrar orden judicial, utilizando balas de goma y gases. Varios vecinos terminaron heridos y fueron atendidos en el Hospital Piñero. Este tipo de represión no es un incidente aislado, sino que forma parte de una estrategia más amplia del gobierno de Jorge Macri y Javier Milei, cuyo objetivo es amedrentar a los sectores más vulnerables de la población.

Los manteros, quienes son el último eslabón de esta cadena, sufren las consecuencias de políticas que favorecen a los grandes empresarios y a un Estado que los margina. A medida que los talleres clandestinos se multiplican con la complicidad del gobierno de la Ciudad, el discurso oficial utiliza a los manteros como chivos expiatorios, desviando la atención de las verdaderas causas de la crisis.

Frente a esta situación alarmante, los vecinos de Flores Norte han comenzado a organizarse. Cada vez más personas se unen para visibilizar estos problemas y luchar contra la corrupción que se entrelaza en este sistema. Sus voces son fundamentales para exigir justicia y una solución real. Es hora de que la comunidad se movilice y exija el fin de esta injusticia que no solo afecta a los trabajadores, sino a todo el tejido social del barrio.

Mientras las fuerzas represivas intentan silenciar a quienes luchan por sus derechos, los vecinos de Flores Norte siguen alzando la voz. ¿Cuánto tiempo más se tolerará la complicidad entre el Estado y las mafias que perpetúan este estado de explotación? ¿Qué se esconde detrás de la “falta de voluntad política” del GCBA para frenar este caos en Flores Norte, priorizando los “negocios” de unos pocos por encima de la seguridad de todos los vecinos del barrio?

Apoyemos a fondo la lucha de los vecinos de Flores Norte contra el entramado mafioso del GCBA con los empresarios textiles de la zona. Basta de informalidad laboral. Por condiciones de salubridad e higiene para los vecinos y trabajadores del barrio.

Barbara B para Prensa Obrera

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