El Riachuelo como inspiración literaria a bordo del Transbordador
El Riachuelo como inspiración literaria a bordo del Transbordador en la mañana del barrio de La Boca, convocados por ACUMAR, un grupo de poetas participó de una actividad literaria, que consistió en cruzar el Riachuelo en el Puente Transbordador, recorrer la Isla Maciel y leer una serie de poemas que hacen referencia al río, su cultura y su historia. El objetivo de la actividad fue dar cuenta de la puesta en funcionamiento del Puente Transbordador y de la recuperación de la Cuenca en términos patrimoniales. Participaron por ACUMAR, el director de Gestión Política y Social, Antolín Magallanes, la directora de Fortalecimiento Comunitario y Promoción del Desarrollo, María José Parra, y la Coordinadora de Cultura y Patrimonio, Lorena Suarez. Además estuvieron autoridades de la Dirección Nacional de Vialidad y el director de Arte y Patrimonio Cultural del Municipio de Avellaneda, Germán Termine. En el marco de la puesta en funcionamiento del Transbordador, luego de una inactividad de 60 años, la Coordinación de Cultura y Patrimonio organizó este encuentro del que participaron Edgardo Scott, Pablo De Biase, Mariano Hamilton y Luis Gusmán, a través de un texto que envío. El escritor Mariano Hamilton leyó un fragmento de “Grúas Abandonadas en la Isla Maciel”, un Aguafuertes Porteñas de Roberto Arlt, sobre la barquilla del Transbordador, detenida en medio del río. El texto dice: “El espectáculo que más llama la atención al entrar en la isla, a pocos metros del puente del Riachuelo, es una guardia de veinte gigantes de acero, muertos, amenazando el cielo con los brazos enredados de cadenas, abandonados quizá hasta la oxidación”. Pablo De Biase leyó una parte de un poema suyo: “Aprendí a quererte/ de tanto cruzarte/ por el Puente Viejo/ Viejo Riachuelo/ de Sur y aceite/ renegando de tu aire/ y de tu añejo/ pasado industrial/ de la lágrima de carga/ inclinada sobre el dock/ ese pasado que une/ la Avellaneda de mi futbol/ con el Buenos Aires de mi todo”. También, se leyó un texto enviado por Luis Gusman: “Este viaje en el transbordador me lleva a aquel río de la infancia. Cierro los ojos y escucho un murmullo, porque al ritmo del agua solíamos bailar en el Club Regatas. Y cuando los abro, sigo mirando hipnotizado, buscando alguna camisa que flote en el río como una bandera. Me hice escritor, como dice Joyce, subordinando las palabras al ritmo del agua. Palabras oscuras y plebeyas, pero de una legitimidad soberana”.