Las escuelas del polo educativo eligen sus nombres
El polo educativo de Mataderos fue el logro de una comunidad que durante muchos años peleo por la concreción de un sueño, y la satisfacción de una necesidad de niños adolescentes y familias del barrio de la Comuna 9. Durante años Mataderos conto con solo una escuela media publica, viendo las familias la necesidad de mandar a sus hijos escuelas de otros barrios o a instituciones del ámbito privado.
Con la concreción del polo educativo también se puedo responden en parte a la demanda de vacante para el nivel primario y el inicial, ahora ya funcionando a pleno los tres establecimientos educativos, la comunidad busca los nombres correspondientes. El primer paso ya lo dio la Escuela Técnica 20 del Distrito Escolar 20 que eligió como denominación “Carolina Muzzilli”. Después de un proceso participativo y de selección del nombre
Carolina Muzzilli fue obrera textil, militante del socialismo, periodista y feminista. Tuvo una existencia breve e intensa, atravesada por la decisión de luchar por un porvenir venturoso para la clase trabajadora. Porteña de origen, nació en el año 1889 en el seno de una familia obrera e inmigrante. La vida en un conventillo del sur, la miseria, las enfermedades y los abusos sufridos por los suyos hizo que desde muy chica tuviera clara conciencia del daño que la explotación capitalista infligía sobre los sectores trabajadores, especialmente sobre las obreras. Ellas recibían una paga menor que sus compañeros varones por igual trabajo; sufrían el acoso sexual de capataces y patrones –en una época en que las sospechas sobre la moralidad las mujeres que no estaban en sus casas formaban parte del sentido común–, padecían la inestabilidad laboral a causa de su capacidad de procrear y asumían la carga del trabajo doméstico. Carolina militó para desterrar estas injusticias.
A pesar de las dificultades materiales, terminó su instrucción primaria. Aún cuando la Ley de Educación Común, sancionada en 1884, obligaba a los padres a enviar a sus hijos a la escuela, para los hogares pobres eso podría poner en riesgo su propia supervivencia. No todos estaban en condiciones de perder el salario –paupérrimo en todos los casos– de los niños y las niñas de la familia. Por ello, el meritorio desempeño de la pequeña resultó un verdadero logro de los Muzzilli.
Carolina decidió ir por más y se propuso realizar los estudios secundarios. Ya sin el apoyo de sus padres y con su sueldo de costurera a destajo, costeó sus estudios en la Escuela Normal del Profesorado de Lenguas Vivas. Era un ámbito ajeno a su clase; seguramente experimentaría, también en los salones escolares, las marcadas distancias sociales y discriminaciones que surcaban la sociedad argentina de principios del siglo XX. “Compartí el aula con niñas ricas, desinteresadas todas ellas por aprender ya que sólo buscaban distraer el aburrimiento de no tener nada que hacer”, así recordaba Muzzilli su paso por aquella prestigiosa institución.
Cuando cumplió dieciocho años, en 1907, se afilió al Partido Socialista y participó activamente del Centro Socialista Femenino, entidad fundada en 1902 por las hermanas Fenia, Mariana y Adela Cherkoff, Raquel Mesina y Gabriela Laperriére de Coni. Gabriela fue una gran referente política para Carolina, una suerte de “maestra-modelo”. La mujer del destacado médico higienista Emilio Coni, que había nacido en Francia en 1861, fue una activista por la salud de los sectores trabajadores y la protección laboral de las obreras. En 1901, fue designada por las autoridades de la Ciudad de Buenos Aires como inspectora ad honorem de los establecimientos industriales del distrito con el objetivo de recolectar la información necesaria para elaborar normas legales que resguardasen el trabajo femenino e infantil. Al año siguiente y después de concretar un centenar de visitas a fábricas y talleres, la inspectora cumplió con su misión y presentó un proyecto de ley sobre “Protección del trabajo de las mujeres y los niños en las fábricas” que, unos más tarde, sería recuperado por el diputado socialista Alfredo Palacios. Ironías del destino, el mismo año en que Carolina comenzaba su militancia, su mentora moría de una dolencia cardíaca, el 8 de enero. Y unos meses más tarde, el 30 de septiembre, el Congreso Nacional sancionaba la Ley 5291 sobre trabajo de mujeres y menores. Su impulsor fue Palacios, cuyo proyecto se basó en el elaborado, tiempo atrás, por Laperriére.
La militancia de Muzzilli incluyó el dictado de conferencias sobre la situación laboral femenina, la participación en congresos y la difusión de los problemas que aquejaban a las obreras a través de su labor de periodista. Escribió en La Vanguardia, órgano de prensa del Partido Socialista, fue autora de “folletos militantes” sobre sus temas de interés, y fundó y dirigió Tribuna Femenina, periódico que financió con su salario de modista. Además publicó tres libros El divorcio, El trabajo femenino y Por la salud de la raza, este último publicado después de su muerte.
La escuela infantil integrante del polo educativo también va por la imposición del nombre y ha elegido el de Elsa Bornemann y de esta forma solo queda la denominación de la escuela primaria que según señalaron fuentes de la institución se trabaja en un nombre con fuerte sentido de pertenencia local.
Elsa Bornemann nació en Buenos Aires, el 20 de febrero de 1952, en el barrio de Parque de los Patricios, en la ciudad de Buenos Aires. Hija de Blanca Nieves Fernández, una argentina descendiente de portugueses y españoles, y de Wilhelm Karl Henri Bornemann, un alemán, de profesión relojero, experto en relojes de torres y campanarios. Era la más pequeña de tres hermanas: Hilda, Margarita y Elsy, como la conocían los íntimos y como solía firmar cartas y dedicatorias a sus lectores.
Fue Profesora en Letras, egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y realizó estudios de inglés, alemán, italiano, latín y griego.
Ejerció la docencia en todos los niveles, dictó muchos cursos y conferencias, integró variedad de mesas redondas y jurados, asistió a múltiples seminarios y congresos como invitada especial, y dio numerosas charlas en establecimientos educativos y culturales.
Fue una de las más destacadas escritoras argentinas para niños y jóvenes. Comenzó a publicar libros para ellos en los años 70 y su literatura sigue vigente, recolectando el aprecio de los lectores, que se renuevan de generación en generación.
Su obra abarca el cuento, la novela, la poesía; el amor, el humor y el terror. Compuso también canciones y piezas teatrales y ha elaborado antologías de cuentos tradicionales de diferentes etnias, ensayos, traducciones y prólogos. Muchas de sus obras se han publicado en Japón, Israel, Estados Unidos y diversos países de Latinoamérica y Europa. Recibió un amplio reconocimiento nacional e internacional.
Falleció en Buenos Aires, el 24 de mayo de 2013.