“Segundo lo sabía” por Manuel Vila García*
Un humo espeso, inundaba el camino del Puente Alsina, apenas se superaba el cruce con “El Tren de las Basuras”.
Segundo, desde lo alto de su chata, azuzaba la yunta, para evitar que los “culateros” de la Quema, le birlaran parte de su carga.
Si habrá tenido que agitar su látigo, para ahuyentar algún audaz,……. si habrá tenido que echar mano a su facón, para bajar del pescante algún ciruja.
Volver al atardecer, era aún más difícil.
Las luces de la Fonda de Mesedoro, o los turbios lupanares quemeros, se borroneaban en esa neblina densa, produciendo una imagen fantasmagórica.
Olor a basura mojada y mal quemada,…….olor a sangre,…………olor a muerte.
Hombres y bestias, bullían en el Matadero, en un concurso macabro, de salvajismo y hedor.
La noche, ensombrecía aún más las actitudes, el alcohol desligaba las ya débiles ataduras de esos personajes, tan lejos de sus sueños, tan cerca de sus fracasos, tan confundidos en el tiempo.
La distancia a sus orígenes, se acortaba tan solo con la música, y con alguna falsa mueca de amor, comprada a precio vil, en un tugurio de los alrededores.
Desde la Boca y Barracas, llegaban compases alegres, de habanera y tarantela, que en los lupanares del fondo de los Corrales, se transformaban en baile turbio.
Segundo lo sabía,……..él también alguna vez, había atado su chata al palenque de un bailongo, para prenderse en ese cruce desesperado de brazos y piernas, que llaman tango.
El también había exagerado los cortes y las sentadas, aproximando un encuentro más íntimo, más buscado, más obvio,…..más miserable.
¿Y luego qué?………..un vacío más sordo y más profundo,…….un dolor más acentuado.
El alcohol como refugio, y esos cantos de traición, que ya se empezaban a asociar al tango, dándole ese tono melancólico y triste, que se aproxima a la tragedia.
Segundo lo sabía,……él también alguna vez, había amanecido casi muerto, junto a un arroyo de sangre y basura, con la cabeza perdida de alcohol y de angustia; el bolsillo flaco, y la chata ausente.
Por eso azuzaba la yunta al pasar junto a la Quema; por eso cerraba los ojos, al titilar borroso de las luces del bailongo; por eso cubría sus oídos para evitar que ese son de tango lo atrapara.
Segundo lo sabía,…..y sin embargo…… volvía a cada tanto, arriesgando su chata y su vida, como probándose, como jugándose,……..como entregándose.
Segundo lo sabía y,……….quizás por eso regresaba.
Manuel Vila (2001)
*Publicado en 2001 en la Revista Manoblanca, que editaba Pedro Joulié, donde me cedía un espacio para recordar la historia del barrio, Parque Patricios.
Manuel Vila García Ingeniero e historiador titular del Foro de la memoria de Parque Patricios