“Mamma Mia, ¡vamos otra vez!: cuando las segundas partes son mejores”

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Unos días atrás, mientras buscaba que mirar en la televisión, no pude evitar sentir que la programación era la misma que de costumbre; aburrida y monótona. Nada de lo que la guía mostraba me atraía lo suficiente para pasar mi tiempo mirándolo hasta que llegara el momento de cenar. Por fortuna, la solución a mis problemas estaba más cerca de lo que imaginaba: la vieja y confiable plataforma de streaming me mostró la respuesta. Justo allí, frente a mis narices.

Decidida a aprovechar al máximo el poco tiempo libre que tengo durante la semana, comienzo a navegar por el menú principal y; ¿con qué me encuentro? Con esa, la película que busco evitar a toda costa cada vez que mi madre tiene ganas de verla. Esa que es, extrañamente, de las pocas que no me gustan. Aunque ese no es el punto de todo esto. ¿Qué había a su lado? La secuela. Si no lo he aclarado antes, lo haré ahora; me refiero a Mamma Mia y a su secuela; Mamma Mia: ¡vamos otra vez!

Debo admitirlo; lo primero que pensé fue: “¿Cómo podría superar esta película a su antecesora? ¿Cuántas diferencias habría entre una y otra? ¿Acaso las canciones serían las mismas que antes?” Por un instante, creí que viéndola iba a desperdiciar mi tiempo. Imaginen mi sorpresa cuando, al pasar los minutos, lo que la pantalla me mostraba resultaba de mi agrado. Era como si lo anterior no hubiese existido. Tal vez no pueda volcarlo en palabras. Por eso, lo mejor sería decir que esta película me gustó porque, en cierta manera, no la protagoniza Meryl Streep.

No me malinterpreten. Amén de los números musicales, que superan en amplia medida a los de la primera entrega (aquella que se estrenó en el 2008), es casi como si las interpretaciones del elenco hubieran mejorado también. No los veo sobreactuados como antes. Parecen manifestar de mejor manera sus sentimientos. En algún punto, puedo decir que he sentido lo que sintieron ellos. ¿Será porque la trama cambió y fue hacia un sitio más profundo, que ahora nos lleva a ver cómo ha sido la juventud de Donna? Aunque; con respecto a eso, tengo sentimientos encontrados.

A pesar que admiro que hayan ido por otra senda y muestren cuál fue su propósito en la vida, lo que me molestó fue la manera en que lo hicieron. La mostraron como una joven (demasiado) liberal y sin muchas preocupaciones por el solo hecho de haber intimado con tres hombres sin siquiera haberlos conocido lo suficiente. Para colmo, nunca supo quién (de todos ellos) era el padre de su hija, Sophie.

En otras palabras, esta nueva entrega colmó –ampliamente- mis expectativas. Puedo ver el excelente trabajo que han hecho los productores para que esta producción fuese un éxito; tal vez no de taquilla pero sí para la crítica. La trama es mucho más dinámica, los diálogos son más fluidos y las conversaciones más profundas. Todo se ve (y se siente) mucho mejor. La fotografía resulta excelente y el vestuario se condice con el contexto en que transcurren los hechos. Todo parece encajar a la perfección.

Por esto (y por lo que he dicho antes también), los animo a tomarse el tiempo de ver esta producción. Puedo asegurarles que disfrutarán, tanto como yo, lo que parece haber sido una muy buena secuela. Aunque no siempre son necesarias, esta segunda parte me mostró que siempre hay oportunidad para mejorar; en todo aspecto de nuestras vidas. Es que las segundas partes pueden llegar a ser mejores. Y en este caso, lo son.

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