La misión del Padre Pepe abrió una escuela para niños sin vacantes sin acceso a internet
Se trata de una iniciativa llevada a cabo en la villa 21/24 del barrio de Barracas, la denominada Misión Padre Pepe integrada por mujeres y hombres de la comunidad, que crearon una escuela para niños entre dos y cuatro años que no tiene vacantes en el sistema educativo formal y además no poseen acceso a internet.
El Padre Pepe Di Paola es reconocido, por su compromiso con los que menos tienen en su barrios y los distintos destinos que la iglesia le asigno a lo largo de su vida.
Una cantidad importante de niños y niñas de este barrio del sur porteño, fueron excluidos de la educación formal por falta de vacantes y además no cuentan con internet por los que su accesos a la educación se complica demasiado en estos momento de pandemia.
La misión del Padre Pepe no se quedó de brazos cruzados y fue por la solución que ahora se ve plasmada en este espacio educativo que dio respuesta a una necesidad y cubrió la demanda insatisfecha que el GCBA no pudo atender.
La Misión Padre Pepe en la villa 21/24 es un proyecto de hace años que surge por las necesidades de la comunidad, relata Mirna Florentín quien lidera la iniciativa y agrega “En el 2019 anotamos más de cien chicos que estaban fuera del sistema escolar, sin vacantes. Pensamos en iniciar medidas judiciales pero una vez que sobrevino la pandemia la necesidad se transformó en falta de alimento y prevención en salud”.
Después de un encuentro de los curas de las villas con el presidente de la Nación, Alberto Fernández, en la quinta de Olivos llegaron las respuestas, de parte de funcionarios del SENAF (Secretaría Nacional de la Niñez, Adolescencia y Familia), para ponerse a disposición de la Misión del Padre Pepe en Barracas. Fue en septiembre que firmaron un convenio, que significó un monto de dinero para refacciones y principalmente la ayuda solidaria de donantes anónimos a la Misión Padre Pepe así logró montar las aulas.
En febrero realizaron la inscripción y en marzo empezaron la asistencia de los chicos de dos, tres y cuatro años.
Ellos desayunan, juegan con actividades de alto nivel didáctico y almuerzan. Hasta comparten todos el mismo uniforme.
En total son ocho maestras y mamás cuidadoras el equipo docente, todo bajo la modalidad autogestiva de los propios vecinos creyentes, con algunos recursos del Estado nacional.