“A la vera del frío” Garganta Poderosa*

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A la vera del río, en las mismas tierras donde hace más de 30 años se levantaron casitas de madera, pega fuerte el frío, casi tanto como el viento sobre nuestras caras, congelándonos las orejas, con la humedad filtrando por las paredes y los olores nauseabundos pasando por las puertas o las ventanas. Aunque queremos hacerle frente a las bajas temperaturas con alguna estufita, es realmente complicado cuando la mitad del barrio tiene los cables del tendido eléctrico colgando en la pared. No podemos arriesgarnos a enchufarlos y que en consecuencia se incendie algún transformador por la alta tensión y semejante precariedad.

Nuestro Observatorio Villero, en 2020, relevó los datos del abandono a nuestro barrio, mostrando que el 62% de las familias tienen problemas con la tensión y al 37% se le quemó algún electrodoméstico porque sube y baja la tensión constantemente. Esta situación se agrava más en el pasaje Santa Rosa y Venecia, donde casi todas las casas se construyeron sobre el río, utilizando lo que tenían a mano para levantar las paredes de su hogar y hay pequeñas aberturas por las cuales entra todo el frío del invierno. Este problema parece no tener fin y es contra lo que se enfrenta diariamente Diana Díaz, vecina de Rodrigo Bueno, que tuvo a su hijo internado por bronquitis cuando era un recién nacido y su otra hija a los 10 meses de vida ya padecía broncoespasmo: “Aunque intentamos mantener encendidas las estufas, la electricidad muchas veces no aguanta. Sinceramente, ya perdí la cuenta de todos los caloventores que se me quemaron debido a que sube y baja constantemente la tensión”.

Parece de ensueño para muchos vivir a la vera del río, pero acá solo es una pesadilla. ¿Se imaginan cómo es vivir en un barrio donde se inundan los pasillos cada vez que llueve? El río sube y sube sin parar, hasta que llega al interior de nuestras casas. Tres o cuatro veces al año vemos como nuestras piezas se vuelven pequeñas lagunas y las pocas cosas que teníamos se nos arruinan por la crecida. En ese contexto nos vemos en la obligación de salir a flote, generando nuestras propias soluciones como hace Norma González, que vive con sus tres niños: “Mi hijo Diego tiene 12 años y es el que más sufre debido al asma; con el cambio de clima le agarran ataques y padece broncoespasmo. El resto vivimos engripados y, aunque es terrible, ya estamos acostumbrados a estar enfermos”. Ahora, ¿cómo cuidamos a las y los pibes si con la lluvia desbordan las cloacas, se llena el barrio de mierda y queda la humedad impregnada en nuestros hogares?

Por si no bastara con todos los problemas que nos trae la pobreza estructural, la pandemia y el hecho de vivir a la vera del río, tampoco tenemos conexión de gas natural. ¡No existe en ninguna manzana del barrio histórico! Lo que sí tenemos es riesgo eléctrico, el mismo que padece la Villa 21-24 desde hace más de 10 años. La misma ciudad, la misma precariedad y el mismo responsable que no responde: el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires aún no termina de relocalizar a toda la comunidad.

Acá seguimos, generando respuestas urgentes gracias al #ContagiáCalor, hasta construir una nueva normalidad.

*Garganta Poderosa, Revista de cultura villera, brazo literario del movimiento La Poderosa.

 

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