Día Mundial del Sida 2021

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Como cada 1 de diciembre se celebra el Día Mundial del Sida. Este día es una oportunidad para apoyar a aquellos involucrados en la lucha contra el VIH y para mejorar la comprensión del VIH como un problema de salud pública mundial.

En esta versión 2021 el lema es “Pon fin a las desigualdades. Pon fin al sida. Pon fin a las pandemias”.

El objetivo de la campaña conjunta de OPS/OMS y ONUSIDA en 2021, basado en el lema “Pon fin a las desigualdades. Pon fin al Sida. Pon fin a las pandemias”, es comunicar sobre el día mundial de la importancia del acceso equitativo a servicios de salud y el fortalecimiento de las acciones en el primer nivel de atención de salud, en especial la prevención combinada del VIH y servicios de tratamiento, así como la promoción del trabajo con las comunidades para alcanzar a las personas más vulnerables al VIH y otras pandemias.

La campaña también hace un llamamiento a tomar medidas urgentes para el mantenimiento de servicios esenciales de prevención y atención al VIH que la pandemia por el COVID-19 y su respuesta hayan podido causar en los países. Asimismo, la pandemia ha dejado lecciones aprendidas que se pueden aprovechar; en este sentido tanto la implementación de dispensación de medicamentos para varios meses como la implementación de la auto-prueba para VIH y la utilización de la telemedicina han demostrado ser estrategias efectivas para incorporar de manera rutinaria.

Los objetivos específicos son:

-Movilizar a las poblaciones vulnerables a la infección por el VIH y otras ITS para que tomen acciones dirigidas a la generación de demanda relacionada con prevención, provisión de servicios de pruebas de forma segura y continua y tratamiento adecuado y oportuno.

-Generar y difundir mensajes dirigidos a las personas más vulnerables a la infección por VIH para aumentar la demanda de pruebas del VIH, así como su mayor y mejor accesibilidad.

-Promover intervenciones novedosas como la auto-prueba cuyos beneficios están basados en evidencia, facilita la confidencialidad y es útil para el testeo de poblaciones que usualmente no son alcanzadas con testeos convencionales de VIH.

En el Día mundial de la lucha contra el Sida de 2021, la Organización Panamericana de la Salud, Oficina regional de la OMS en las Américas (OPS/OMS) se une al Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA) para enfatizar la necesidad de acabar con las inequidades que impulsan el SIDA y otras pandemias.

Sin una acción audaz contra las inequidades el mundo corre el riesgo de no alcanzar los objetivos de acabar con el SIDA para el año 2030. Esto es particularmente preocupante en América Latina y el Caribe donde, a pesar de contar con programas de tratamiento antirretroviral robustos y de larga data, el número de nuevas infecciones no ha descendido en los últimos 10 años, debido en gran parte a los complejos y difíciles cambios de comportamiento necesarios para la prevención de la transmisión, así como el gran retraso en promover la PrEP a escala suficiente.

América Latina es la región con más desigualdades en el mundo y la “Estrategia Mundial contra el Sida 2021-2026: Poner fin a las desigualdades, poner fin al Sida” así como la “Declaración política sobre el Sida” adoptada en la Reunión de Alto Nivel sobre el Sida de las Naciones Unidas de 2021 tienen como objetivo principal acabar con las desigualdades económicas, sociales, culturales y legales que obstaculizan el avance contra esta enfermedad. Sin embargo, acabar con las desigualdades relativas al VIH exige un cambio.

Las medidas políticas y de toda índole deben proteger los derechos de todas las personas y prestar especial atención a las necesidades de las comunidades más marginadas y menos favorecidas (afectadas en gran manera por el estigma y la discriminación que crean barreras en el acceso a los servicios) y necesitan de cambios estructurales que tracen un camino factible y justo para la disminución de la inequidad en salud.

Para poner fin al SIDA en el 2030 se precisa un acceso equitativo al diagnóstico de VIH ampliando las oportunidades de acceso a la prueba e implementando la autoprueba, así como el ofrecimiento de PrEP (profilaxis pre exposición al VIH) y PEP (profilaxis post exposición al VIH) de forma equitativa y universal a todas aquellas personas en riesgo sustancial de adquirir el VIH, además de iniciar el tratamiento antirretroviral de forma inmediata haciendo uso de esquemas basados en Dolutegravir y apoyando el acceso con medidas de dispensación de medicamentos durante varios meses.

A pesar de los progresos realizados a lo largo de los años y de las medidas adoptadas por los países de las Américas, persisten aún numerosos retos que deben abordarse en la respuesta regional al VIH. OMS y ONUSIDA estimaron que en 2020 el 81% de las personas que vivían con VIH en América Latina y el Caribe estaban diagnosticadas, el 65% recibían tratamiento y el 60% de aquellos en tratamiento estaban con carga viral suprimida.

En 2020 y 2021 el impacto de la pandemia por el COVID-19 se ha dejado sentir con fuerza y ha perdurado. La pandemia desafió a los servicios de VIH comprometiendo la disponibilidad de suministros e interrumpiendo la prestación de servicios, incluyendo las actividades de prevención, la realización de pruebas de VIH y otras ITS y los inicios de terapia antirretroviral entre las personas recién diagnosticadas.

El porcentaje de nuevas infecciones por el VIH en América Latina no ha experimentado cambios desde 2010, en parte por deficiencias cualitativas y cuantitativas relacionadas a las estrategias preventivas. En el Caribe sí se ha observado un descenso en el número de nuevas infecciones por el VIH (-28%), excluyendo a Haití, donde esta disminución se limita al 15%.

A pesar de que casi todos los países de la región informan sobre la disponibilidad de políticas de introducción de Dolutegravir como primera línea de tratamiento, en la mayoría de ellos los inicios efectivos de tratamiento utilizando regímenes basados en Dolutegravir no superan el 50%. Queda por lo tanto mucho por hacer para la transición a estos regímenes. Las mujeres embarazadas en América Latina y el Caribe tamizadas para VIH alcanzó un 73%, una reducción de 7 puntos porcentuales comparado con 2019 (80%).

La cobertura de antirretrovirales para embarazadas fue del 85% en América Latina y el Caribe, dos puntos menos que en el 2019. Los efectos de la pandemia por el COVID-19 han retrasado también los planes de implementación de la profilaxis pre-exposición (PrEP). Actualmente, hay 10 países en la región que cuentan con políticas públicas de provisión de PrEP, un aumento de sólo 2 países desde el año 2019.

Incluso en algunos de estos países que ya ofrecían la PrEP este servicio se ha interrumpido. Sin el impulso de la PrEP a la escala suficiente en las poblaciones clave, no se logrará la reducción del número de nuevas infecciones hasta terminar con el Sida como problema de salud al 2030. Los servicios de atención de salud se redujeron en comparación con los años anteriores al COVID-19 y una serie de factores, como las medidas de confinamiento, impidieron que las personas que viven con VIH acudieran a los servicios de forma regular. Uno de los principales retos observados del año 2019 al 2020 es la reducción del 34% en el número de pruebas de VIH realizadas, así como una disminución del 27% en el número de pruebas con resultado positivo y del 7% en la cobertura de pruebas en embarazadas. Al reducir el testeo y el número de resultados positivos encontrados existe un riesgo de retroceso en el avance de las metas de eliminación.

Por lo que acelerar las acciones, innovar y romper paradigmas convencionales será necesario para retomar el rumbo y encaminar el paso hacia las metas de eliminación para el 2030. Por último, un informe de la OMS confirma que la infección por VIH es un factor de riesgo independiente para la presentación de cuadros graves deCOVID-19, ingreso y mortalidad hospitalarios.

América Latina y el Caribe están en camino de alcanzar la meta de la OMS del 40% de vacunación de COVID-19 para el final del año 2201. Se debe asegurar que las personas vulnerables y de más alto riesgo reciban la vacunación por COVID-19, entre ellas las personas que viven con el VIH.

 

 

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