Vuelven a difundir la historia de Belek

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En esta nueva edición de “Misterios”, Mariela Fernández en un post cast por la 100, contó todo sobre la historia de “Belek”, el vampiro asesino del bajo Flores.

El Periódico Flores de Papel público en mayo de 2018 “Ocurrió en el invierno de 1978. Se acercaban las vacaciones escolares, y todas las tardes pasaba por el barrio la camionetita que anunciaba por megáfono al increíble Circo de los Zares, para chicos y grandes, venido directamente de Rusia. Habían instalado la enorme carpa amarilla en el viejo Gasómetro de Avenida La Plata, en un paréntesis entre los últimos partidos que se jugarían en la historia de esa cancha.

Un domingo a la tarde, Patricia González llevó a sus hijos como premio por sus buenas calificaciones. Vieron al Payaso Micky, al hombre bala; a Vera, una inquieta monita tití, a la mujer barbuda y a un triste elefante que permanecía en el escenario durante el intermedio para que todos fueran a comprar la foto.

Después de la garrapiñada apareció Bélek, un enano presentado como fenómeno. Tenía el pelo rojo y unos ojos celestes que miraban al público de manera desagradable. Al ver que sus hijos se acurrucaron contra ella, Patricia les dijo que no tenían nada que temer, que los enanos “eran personas igual que cualquier persona, sólo que más bajitas.” Incluso les hizo pensar lo estúpido que resultaba que los exhibieran seres humanos en un circo. Pero había algo en ese hombre en particular que a ella también le asustaba.

Pasaron algunas semanas, y en vista de que los participantes del circo circulaban por el Bajo Flores y algunos hasta se habían instalado allí temporalmente, no tardó en divulgarse en el barrio la noticia de una misteriosa barbarie: los animales del espectáculo aparecían muertos, vaciados de sangre a ritmo de casi uno por semana, todos con los mismos dos colmillos marcados en la yugular.

Desesperado por la situación, el señor Loff, dueño del circo, ordenó al hombre bala y a la mujer barbuda montar vigilancia sobre el campamento, quienes finalmente encontraron al enano Bélek succionando pacientemente la sangre de la monita tití.

Esa noche fue culminante: Boris Loff desmontó la estructura y partió con su gente hacia la ciudad de Rosario, dejando al enano soviético abandonado a su suerte en el Bajo Flores. Algunos vecinos aseguraban que se había resguardado en una casa abandonada de la calle 6.

Una mañana, Patricia González se desayunó con la noticia de que las gallinas de su vecina, habían aparecido todas sin vida, desangradas, con los mismos dos orificios en el cuello.

La escena se repetía por doquier: pájaros, gatos, ratas caían víctimas del chupasangre, y ya por precaución comenzaba a generalizarse entre los vecinos el uso de botas altas de cuero y ristras de ajo colgadas en la puerta. Quienes no temían, o lograban paliar el miedo, pensaban cada vez con mayor determinación en atrapar al vampiro Bélek.

La oportunidad surgió una noche en que los muchachos juagaban a la pelota en la canchita. Mauricio González, avistó de lejos al enano que pasaba raudo, como un borrón. “¡Es Bélek, allá…métanle!”. Amadeo Santillán tuvo la luminosa reacción de arrancar la red del arco, con la cual lo envolvieron después de inmovilizarlo contra una pared.

Sin embargo, el triunfo duró pocos minutos: mientras decidían qué hacer con él, Bélek cortó la red con una navaja y dejó mordeduras a todos quienes se interpusieran en su huida. Desde entonces, no volvió a aparecer por el Bajo, aunque se asevera que aún vive; hay quienes lo han visto merodear por los alrededores del Cementerio de Flores.

(*) Versión libre de la leyenda urbana, realizada por Michelle Bendeck.

 

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