Vecinos del sur porteño y del barrio bonaerense de Avellaneda, junto a trabajadores de Vialidad Nacional e integrantes de movimientos sociales expresaron su preocupación por el deterioro del Puente Nicolás Avellaneda, una conexión clave entre Isla Maciel y el barrio porteño de La Boca. Según advierten, la falta de presupuesto para su mantenimiento podría llevar al cierre nocturno del paso.
Osvaldo Penna, vecino de La Boca, destacó la importancia del puente: “Es esencial para miles de personas que lo cruzan diariamente para trabajar o estudiar. Su deterioro es evidente y necesitamos que funcione las 24 horas”. Este puente, que cruza el Riachuelo, combina un tablero levadizo y un transbordador, lo que lo convierte en una estructura única en el mundo. Inaugurado en 1940, tiene una longitud aproximada de 1650 metros y es vital para el tránsito entre Avellaneda y la Capital Federal, especialmente cuando el Nuevo Puente Pueyrredón está bloqueado.
El estado de las pasarelas peatonales también genera preocupación. Paula Soto, residente de Dock Sud, reclamó un mantenimiento sostenido: “Las pasarelas están en mal estado y necesitan reparaciones urgentes”. En respuesta a esta situación, trabajadores agrupados en la Federación del Personal de Vialidad Nacional (FEPEVINA), junto a ATE y movimientos sociales, realizaron una jornada de protesta con olla popular en defensa de los puestos laborales vinculados al mantenimiento del puente.
Guillermo Varela, miembro de la Junta Interna de ATE Vialidad Nacional, denunció que “el puente está al borde del colapso”. Según explicó, la gestión actual dejó de pagar el mantenimiento de los ascensores y no se reparan las escaleras. Además, los trabajadores carecen de insumos básicos para realizar tareas esenciales. “Estamos regulando el uso de los ascensores porque sabemos que si se rompen no habrá quien los repare. Priorizamos su uso para discapacitados, personas mayores o quienes llevan bebés”, agregó.
El Puente Nicolás Avellaneda es una obra emblemática que conecta dos comunidades históricas y representa un patrimonio cultural único. Sin embargo, su abandono pone en riesgo tanto la seguridad como la funcionalidad de esta infraestructura vital para la región.
